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Hechicero

En el chat

Un diálogo del TBO

Un diálogo del TBO Hoy leí un diálogo del TBO:

- Buenos días

- Buenas noches

- ¿Y su señora?

- Murió hace treinta años

- Que se mejore.


El diálogo es un intercambio de ideas, aunque a veces se convierte en una simpleza.

Me gusta escribir despropósitos porque así prestáis más atención y os atrevéis a alzar la voz.

Prefiero la interacción a la pasividad y el silencio. Eso sí, no olvidando nunca el tono moderado.

No persigo aplausos. Simplemente abrir una ventana a la reflexión.

Un corazón herido...

Un corazón herido... No está deprimido, sólo esta distraído. Distraído de la vida que le rodea, dígase árboles montañas, mares, ríos. Por eso cree que todo lo ha perdido y no entiende que la vida no le quita cosas sólo le libera de algunas. Por eso lo que llama problemas sólo son lecciones. No entiende que ¡no ha perdido nada..!. Además el amor…el amor sigue en su corazón. Yo le explico que lo que sea, llegará y sin buscarlo.

Él dice que muchas veces lo dejaron con la palabra en la boca. Que repetidas veces trató de explicar que la comprensión no significaba dar siempre la razón, y a pesar de ello, muchas veces prefirió ceder y callar con esa actitud conciliadora con tal de no perder, según él, aquel motivo de vida que le daba fuerzas para vivir. Dice que cuando se dio cuenta, los años le llevaban ventaja. Suplicó que no partiera de su lado... Sin embargo su respuesta fue tajante: olvídame. En ese corazón no hay calendarios, y, sus pensamientos, están hechos marañas. Todas las cosas bonitas han ido desapareciendo, y él también lo ha ido borrando sin que se diera cuenta. Lo sacó de su habitación porque ahora lo ocupa una chica joven y bella. A los años de este corazón las cosas se pierden fácilmente. La otra noche sintió morir de pena, porque supo que su voz... también se había perdido. Ya ni siquiera lo escuchó. Entonces,lleno de tristeza, se retiró dejando el paso libre a lo que ahora le hace feliz. Cierta noche, ese corazón, pensó reconquistar ese tesoro que tal vez nunca le perteneció. Llegó, tomó asiento, sí, en primera fila, esperando que cuando llegara lo volteara a ver. Pero no, nadie lo notó. Ni siquiera saben que existe. A veces se para en medio de la sala para que vean que aún vive, que no quiere expirar el último latido. En su interior sabe que aún hay mucho por dar, pero ¡a quien le importa!. Nadie lo toca. Todos corren, salen, entran y ríen. Este corazón espera pacientemente que le otorgue un momento de atención. No se quiere dar cuenta que, para él, hace mucho que eso terminó.

Hay noches de larga espera y, cuando se da cuenta, ellos han cerrado sus habitaciones. Es entonces cuando comprende que esa noche tampoco estaba invitado a departir de esas experiencias y razones por los que aún tiene vida... Lo único que le queda es la clara sensación de sentir, o como este corazón se encoge y la barbilla le tiembla, como cuando se tienen ganas de llorar. No es que muera de amor, muere de lo insoportable que es cuando está sin él… muere en su habitación en la que está solo. Muere de observar solo máscaras, falsas letras, absurdos placeres. Y se hace la siguiente pregunta: ¿por qué es tan difícil encontrar sinceridad en un lugar como este?. Donde lo único que se puede hacer es expresar sentimientos mostrándonos tal cual son, sin escondernos de nada. Aquí no hace falta fingir. Nadie sabrá si soy ese corazón con la belleza artificial, con la belleza física. Al final sólo puede transmitir lo que guarda en la caja de Pandora, y que guarda muy celosamente y se niega a dejarle volar, porque este corazón aún le ama. Sólo busca llamar su atención y pide que siga su huella...

Anónimo

:: Un texto, con amor. Gracias Anónimo.

Decepciones

Decepciones En mi vida las mujeres sólo me han dado decepciones. A él le encanta esa frase. No sabe si es suya o si se la escuchó a alguien. Da igual. Le pertenece de tanto usarla. Es su estocada de humor al amor. Mejor dicho al desamor.

Nunca nadie le ha visto llorar por una mujer. Se lo prohíbe, como se prohíbe las almendras porque le llenan de manchas la cara. Las mujeres, cuando se van de su vida, le enturbian la sonrisa, pero no se la roban.

Sabe que es un juego: unas veces se gana , y otras se pierde. ¿Lamentarse por lo segundo?. Tan absurdo como regodearse en lo primero. Porque ambas situaciones son pasajeras, tienen limitado el visado.

Quizás haya amores eternos. Quizás haya desamores que duren toda una vida.

Él no niega haber pasado muchas noches en vela por un naufragio sentimental, y no descarta pasar bastantes más, pero de ahí a derramar lágrimas, en presencia de alguien, por una mujer, hay un abismo.

Por eso, cuando una historia sale mal, suelta: en mi vida las mujeres sólo me han dado decepciones. Y sus amigos ya saben al oírlo que todo está bien, que no pasa nada irremediable, que el juego continua y que pronto archivará el caso para quedar abierto a nuevas intrusas.

Y aunque él sabe que el tiempo hace cada vez menos intensas su curiosidad y su esperanza, no se resigna a convertirse en escéptico. Y salta al ruedo en cuanto se presenta la ocasión.

Sin embargo, miralo ahora que nadie lo ve. Esta llorando. ¿No le vas a preguntar que frase se aplica ahora?.

Proposición indecente

Proposición indecente Hace unos días, uno de los contertulios de la sala, propuso a una asidua hacer un trío. En la cama, y con todas las consecuencias virtuales, se entiende.

A ella supongo que ya se le habrá olvidado.

Cuando se lo propuso el susodicho, su respuesta visible fue la risa, pero estoy seguro que se le erizó hasta el último pelo a la pobre muchacha. La sorpresa de ella no lo fue para el resto del grupo, más que nada porque no iba con ellos. Sorpresa, porque no es lo mismo que tu novio (que en este caso ni lo era), te proponga una fantasía erótica en el ascensor del piso donde viven tus padres, que te hace gracia y se lo comentas a las amigas; a que te plantee compartir sábanas, aunque sean de monitor de pc, con un Hechicero de anuncio clasificado.

Esta proposición indecente, -indecente de verdad, no como la tontería de la atractiva Moore con Redford- provoca que me plantee la pregunta de si tríos sí, o tríos no.

Con los años creo que me he hecho más liberal, o si se quiere, pendón. ¿Aceptaría compartir cama con un señor?. ¿Con un amigo?. ¿O repartirme entre dos mujeres?. No, no y tal vez.

La segunda respuesta la tengo clara. Ni de broma me iría con un amigo, y mi novia por ahí en medio. ¡Innegociable!. Con una señor que no conozca, pues, la verdad, me da repelús. La última opción es la única admisible y aún así poco probable. ¡Menuda liberalidad!.

Lo que está claro es que antes de lanzarme a los números impares, tendría que haber mucha magia entre mi pareja y yo, abracadabra total, diversión loca y alguna que otra temeridad de segundo orden.

Sí, pasar del revolcón tradicional al trío, todavía es un salto al vacío y sin paracaídas para mi.

Fantasmas

Fantasmas Sentado en mi cama recuerdo cuando era demasiado joven y no entendía por qué había que esperar tanto para ser mayor de edad. A los dieciocho superé los ritos iniciáticos y esa fue mi mejor época.

Sé que no es cierto, no fue la mejor. Pero no puedo cambiar el recuerdo de una edad dorada cuando soy yo mismo el que he construido el mito de mi existencia.

El tiempo siguió pasando. Aparecieron los primeros fantasmas. Espectros errantes que no arrastran cadenas, ni llevan sudario. Que no perturban el silencio de la noche con aullidos y golpes sordos. Me dije por primera vez que nunca dejaría de ser joven, de sentirme feliz, de vivir la vida.

Y el tiempo siguió sin detenerse. Conmigo unos crecieron, otros se hicieron adultos, otros han muerto (como Antonio, albañil y poeta). Y otros están atrapados en él, en el tiempo. Siguen siendo hippies a los treinta. Siguen viviendo de ideales, y, en ellos, sigue existiendo la ilusión de que las cosas van a cambiar. Y sí, es cierto que cambian, pero nunca como queremos.

Y la ruleta gira un año, y otro, y otro.

Me levanto y me dirijo a la ventana. Ahí están ellos. Se llama Manuel, o Ángel, o tiene su nombre. También se llama María, o Sonia, o tiene su nombre.

Salen de noche. Aún llegan ahora. ¿Las diez de la mañana?. Duermen de día. Juergas cíclicas y amaneceres de resaca. Y por si fuera poco, el tiempo que viven lo mueren frente al televisor. La caja tonta les ofrece suficiente basura como para aliviar el miedo al futuro. Sin ideales mueren cada día un poco más.

Cierro la ventana.

VENGANZA de barro

VENGANZA de barro Gabriela ha decidido la estrategia de su venganza. Le ha llevado casi una semana meditarla, desarrollarla y programarla. Y sólo dos noches ejecutarla.

No tiene grandes complicaciones: cuanto más sencilla es la forma, menos desconfianzas despierta. El punto central de su campaña es muy simple: quedarse en la sala. Prohibido huir. Descartada la evasión que los cobardes recomiendan para curar las heridas.

Sí, se quedará en la sala y con esa medida tan inofensiva en apariencia hará mucho daño al rival. El hecho de convivir en el mismo lugar facilitará las cosas: cuando menos se la espere, él la verá -o la intuirá-. No podrá olvidarla aunque lo desee; no podrá quitársela de la cabeza aunque se lave el cerebro con la lejía del resentimiento.

Será su sombra y hará que su memoria, -tan frágil. Frágil porque quienes abandonan son unos expertos en vaciar archivos que no les interesa conservar-, no pueda eliminar los recuerdos que ella se empeña en mantener vivos.

Y cuando lo vea con su nueva conquista, no lo dudará: mostrará cordialidad y frialdad, hasta darle, con mano firme, el golpe de gracia. Él no titubeó a la hora de romperle el corazón con su indiferencia. Ella no vacilará en su operación de acoso y derribo.

No pretende recuperarlo, le basta con arañarle un poco la vida.



:: La pintura es del gran maestro Durero y representa a Némesis, la diosa griega de la venganza.

Naufragio

Naufragio Hace ya unos meses tomé la decisión, -con una solemnidad que incluía un brindis con cava y un juramento por escrito en papel pergamino-, de tomarme las cosas del querer con más calma. De dejar de coleccionar, en la sala, relaciones tormentosas que siempre, siempre han acabado con palabras sin sentido volando de un monitor para otro.

Me impuse buscar a alguien que no pretendiera tener razón a cualquier precio, alguien que supiera dialogar y tomarse la vida a broma, alguien comprensivo que no hiciera del grito una forma de expresión. En fin, alguien con quien la convivencia de cada noche no degenerara en reproches, maldades y furias.

Y como siempre he sido un hombre con suerte en este gran mundo de la red, mis deseos se hicieron realidad y apareció ella: Un Ángel. Una buena mujer. Tan tolerante. Tan pacífica. Tan generosa. Tan estable. Tan ecuánime. Tan tenaz. Tan cariñosa. Tan relajada. Tan relajante. ¡Qué cielo de mujer!. Ni una sola mala palabra en tantas noches a mi lado.

La recaída de mi corazón de cabestrillo ha hecho que las últimas semanas se parezcan a un naufragio. Naufragio insalvable del que ambos somos protagonistas. Naufragio del querer que no de la amistad.

No pudo ser. Simplemente.

El dibujo es original de Marga.

El puente

El puente Hay pequeñas cosas que dan sentido a mi existencia. Empaparme de agua de lluvia, sentir el viento como acaricia mi rostro, y ese frío que no es frío sino un montón de sensaciones.

Hoy me acerqué a ese viejo puente que cruza la carretera. Allí los viejos se apoyan fumándose un Ducados y meditan sobre sus años pasados. Allí los niños juegan a imaginar que se hallan en un puerto de mar. Allí los enamorados miran el agua tras besarse apasionadamente.

Me paré en él. Al rato, se detuvo una mujer. Miró hacia abajo. Miró hacia mi. Sentí de pronto que se me secaba la garganta. Tragué saliva y aparté mi mirada. No quería ver su piedad o su horror. No quería ver cómo ella veía la realidad. Sentí como seguía caminando. Ya nunca la volveré a ver.

Mis pensamientos se desvían en direcciones opuestas. La situación es surrealista. Por un momento permanecí allí, quieto, porque el menor movimiento haría añicos mi frágil equilibrio. Luego la cara hundida en las manos, llorando en silencio, incapaz de seguir. Era el gemido sereno y reprimido de la tristeza. Por un instante todo carecía de sentido; y no tenía energía para separar las emociones. Estaban todas entremezcladas y confusas. Era como si una gran ola me hubiese cubierto y me hubiese dejado incapaz de hacer nada.

Ahora sí sentí el frío. Retrocedí de repente y recuperé el sentido común: Yo era el Hechicero. Suspiré mientras me marchaba, casi como si me arrepintiera de haber ido allí.

En casa no había nadie. Me preparé un vaso de chocolate caliente para entrar en calor.

Huellas

Huellas Lo primero que quiero decirte es que te quiero.

Y debo darte gracias por tantas cosas...

... gracias por acompañarme en mis pesadillas, gracias porque contigo no tenía miedo y me sentía seguro, gracias por interesarte siempre por mi, gracias por preocuparte, gracias por tantos abrazos a tiempo, gracias por las palabras con cariño.

Y gracias también por dejarme instalar cómodamente en tu sofá; por dejar acurrucar en mi regazo el minino; por cogerme la mano; por aliviarme, sin tu saberlo, este dolor que procede de muy dentro y me atraviesa con furia vibrando con cada latido del corazón.

Gracias por creer en mi, gracias por intentar comprenderme, gracias por esos pequeños momentos tan intensos, gracias por no dejarme solo, gracias por guardar secretos, gracias por hacerme sentir especial...pero sobretodo gracias por quererme.

Y también quiero.

Quiero que dejes las preocupaciones a un lado, que no veas todo negro cuando es blanco, que pienses en ti y en las personas que te queremos. Quiero verte feliz y disfrutar, quiero que conserves siempre ese frescura que te rodea.

Dejé mis zapatillas en tu habitación, pero tu has dejado en mi una huella enorme que no consigo olvidar. Mi isla bonita, sé que me estoy perdiendo algo en la vida, y lo he sabido al conocerte.

Fantasía y confianza

Fantasía y confianza A veces, me tachan de loco, de ridículo o de pintoresco. Y no se dan cuenta que sólo intento ir más allá de lo establecido.

Son mis sueños, junto con la esperanza, lo que me hace avanzar, y avanzar poco a poco, pero sin descanso, teniendo en cuenta, cómo no, mis fracasos, mi desaliento en algunos momentos, la falta de apoyo y la vulgar realidad que me hace pensar a veces que lo imposible es realmente imposible.

Todos soñamos con algo. Tú, él, y todos vivimos rodeados de fantasías, de irrealidades, de quimeras que a la larga se pueden convertir, con esfuerzo y constancia, en eso que anhelamos. Podemos transformar la realidad, nuestra realidad.

Sí, todos soñamos con algo. Todos podemos escapar de la rutinaria cordura, y aprovechar el día presente dándole un vuelco a nuestra vida, gracias a la sana locura de la fantasía y de la confianza. Una locura alejada del desaliento, de los agobios y del qué dirán si hago lo que hago o digo lo que digo.

Los sueños dan sentido al momento presente. Al futuro. Y me diferencia a mí y te diferencia a ti. Soñar es pasión. Y ya lo dijo un filósofo en su día: más vale perderlo todo por una pasión que perder esa pasión.

No quiero despertar hasta que mis sueños se hagan realidad. Son ellos lo único a lo que puedo aferrarme para que esa burbuja en la que viajo continúe su camino.

Burbujas

Burbujas A veces me siento una burbuja.

Suspendidas en el aire, encerradas en sí mismas, se desplazan en el aire intentando elevarse. Al menor roce, se rompen.

Resistiré

Resistiré Esta tarde, fría tarde de invierno, hablando con una amiga sobre la importancia de vivir la vida con optimismo e ilusión me preguntó si ese afán mio de ver el mundo de bonitos colores no era simplemente fruto de mi edad. Se cuestionaba si con el paso del tiempo pensaría igual, si al cabo de unos años me convertiría en uno más. En uno de los miles de personas presas del resentimiento, de la apatía y del pesimismo.

“Tú sabes que en la vida, aparte de luces, hay muchas sombras. Que cada golpe deja huella, que los sueños caducan con los años, que la vida no es justa y que existen miserias humanas en cualquier dirección que miremos. Lo sabes porque lo has vivido. Hasta ahora has resistido, pero ¿resistirás siempre?”, me preguntó.

Desde lo más profundo de mi alma, le contesté:

“Resistiré. Es una de las pocas certezas absolutas que tengo en mi vida. Resistiré por mi mismo, por los que comparten mi vida, por los que se dicen mis amigos, por todos aquellos que tanto quise (y quiero) y que ya no están a mi lado, por los que aún están, por los que están y un día se irán. Resistiré por mis sueños, por lo que prometí un día, por lo que hasta ahora he conseguido y por todo aquello que conseguiré. Resistiré por ver la sonrisa de los que amo, el brillo de tus ojos, por seguir sintiendo tu calor. Resistiré por los largos años de lucha vividos, por cada una de mis lágrimas derramadas, por cada grito de desesperación, de angustia, por cada súplica y por cada noche en vela contigo que estás ahora aquí. Resistiré por los momentos de magia que han cambiado mis días; resistiré aquí por todos los que tiran la toalla antes de tiempo. Resistiré por la felicidad de un niño, de dos... por todo y todos resistiré. Y cuando el desaliento haga mella en mi, como muchas noches que me dejáis solo, recordaré esos instantes mágicos que me regaláis, esas miradas cómplices, esas sonrisas sinceras, esas lágrimas, esas noches... y me llenaré de la energía suficiente para levantarme, coger de nuevo mi paleta de colores y pintar el cuadro más vello. Cuadro que titularé: Hechicero.”

Ella

Ella ...¿Qué es lo que más hecho de menos de ella?.
Pues añoro su presencia, el simple hecho de que estuviera en la sala cuando yo entraba; de amanecer a su lado; de verla jugar, reírse. Aunque a veces no tuviéramos mucho tiempo, saber que estaría si la necesitaba tenía algo especial para mí. Y siempre estaba ahí.

Llevábamos suficiente tiempo juntos para haber superado esas fases por las que atraviesa una relación, las buenas, las regulares e incluso las malas, y nos habíamos acomodado a algo que funcionaba para los dos. Nos pasábamos horas hablando de todo, o de nada; en realidad eso daba igual.

¿Lo hemos conseguido?. No. Aunque nunca me arrepiento de nada. Nunca.

¿Quién muere?

¿Quién muere? Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga a vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.

Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú, quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre el blanco y los puntos sobre la íes a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, las sonrisas de los bostezos, los corazones de los tropiezos y sentimientos.

Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien pasa sus días quejándose de su mala suerte o de la lluvia que no para.

Muere lentamente quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no pregunta cuando no sabe o no responde cuando sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando que estar vivo exige un esfuerzo mayor que el simple hecho de respirar.

Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.

Autor desconocido

:: Gracias Eli. A mi también me gusta. A ti también Sergio, por la aclaración sobre la autoría del mismo.

Buscar nuestros sueños

Buscar nuestros sueños Sabrás perdonar, Laura, que escriba estas líneas ocultando tu nombre, aunque no el mío.

Sucede que no soporto la tristeza de los demás. Sólo la mía. Con la mía es fácil convivir. Uno se acostumbra a dormir menos. Aprende de memoria algunos versos eficaces para reactivar el futuro y así, como el sol, va muriendo y resucitando cada día.

Pero tu tristeza encoje mis dedos, imposibles e inútiles ahora mismo. Me gustaría salir de aquí para abrazarte, Laura, pero las escobas en las que viajo están deterioradas estos días. No vuelan. Están cansadas por la presión de la realidad, de la verdad, de la imparcialidad y de otras ades famosas: mediocridad, insensibilidad...

Laura, si supieses que hay palabras capaces de crear un círculo mágico donde caben los misterios, las esperanzas y todas esas cosas pequeñas que nos conforman. Si supieses eso, tocarías estas letras como un bálsamo curador.

Son tiempos de reír, de jugar, de buscar, de ganar, de perder. Son, Laura, tiempos de amar la vida. De arriesgar, de saborear cada uno de los instantes que pasan por nosotros, haciéndolos nuestros. Es tiempo de ilusionarse. Es tiempo de buscar nuestros sueños, por las cimas más soleadas.

Porque los sueños siempre acaban siendo felices. Tengo esa certeza. Y en esa certeza permanecen mis dedos imposibles e inútiles escribiendo.

¡Socorro!

Socorro!. Socorro en rojo carmesí.

Una masa de individuos diferentes que va entrando, una masa que va avanzando imparable. Que se mueve, que grita, que susurra, que murmura,...Y el grito dramático de un náufrago navegando en medio de esa marea humana. ¡Socorro! en rojo carmesí.

Un grito con el que quiero traducir la sensación que me produce todo cuanto experimento a veces a mi alrededor. ¡Socorro!, porque yo, el Hechicero, soy zarandeado algunas noches por las ocurrencias de unos y de otros que se dedican a imaginar lo que podría ser y no soy, o dibujan una línea de conducta aceptable y predecible que debería ser estandarte ondeando a los cuatro vientos; se dedican a imaginar cómo sería el mundo si las tortugas volasen, o si los árboles tuviesen ruedas.

Son pequeños guerreros que exigen para sí, y usan como arma una cierta dosis de violencia verbal. Argumentos cargados de ingenio e inteligencia, pero sin encanto. ¡Socorro! bien grande y bien visible para expresar mi perplejidad.

Podéis cuestionar mis acciones, pero no mi amistad.

Nota aclaratoria

Ya han sido varias las personas que me han preguntado acerca de esta sección. Las preguntas giran siempre en torno a lo mismo: si los personajes que cito en mis artículos tienen nombre y apellidos.

No. No tienen identidad. Son ficticios y sus rasgos están exagerados deliberadamente para destacar algún aspecto, alguna acción, en la que considero importante que detengáis vuestra atención, y , al mismo tiempo, conseguir un toque de humor para que su lectura sea lo más amena posible y así nos os aburráis. No me inspiro en concreciones, sino que son una proyección de más de dos años de deambular por estos territorios. Nacen desde la reflexión del ir y venir, y con dos únicas pretensiones: mostraros los entresijos de esta nueva forma de relación humana; y al mismo tiempo conseguir vuestra sonrisa...

....Y QUE SIGÁIS VISITANDO LA PÁGINA CADA DÍA..

Magia

Hoy dejo aquí un granito de otra persona. Con ello quiero dejar el camino abierto y, al mismo tiempo animar, a todo aquel que crea que puede aportar algo a este pequeño experimento.

Tengo mucho frío mi amor.
Ahora no tengo quien me tape ,
estoy desnuda de caricias y de besos.
Mis lágrimas en mi rostro quedan congeladas.
Todo y nada me recuerda y se calla.
Nada tube por eso nada guardo ,
solo tu recuerdo y tus palabras mágicas.
Los días se hacen largos en esta estancia.
Vivo en un estado de frio invierno.
La calidez de tu cuerpo se fue apagando.
Cómo no sentir ahora tu frio en mi cuerpo.
Escucho la soledad fuera de casa ,
me mira a diario por la ventana,
me sonríe con una mirada triste
Y con su silencios gesto me llama.
Tengo mucho frio mi amor
Te hecho de menos para taparme,
para sentir tu calidez sobre mi derramada.
Intento no mirar hacia la ventana.
No quiero ver su triste sonrisa sobre mi clavada.
Me giro hacia otro lado y te busco
Pero tu no estas , solo esta tu vacío en mi cama.
El silencio fiel como siempre esta a mi lado
Tu recuerdo en mi mente me atenaza
Una sonrisa llena de dolor me brota del alma.
Escucho , alguien llama a la puerta
Tengo frio , mucho frio mi amor
Pero tu calor nunca me llega
Solo esta la soledad fuera a la espera
Con mis manos torpes te busco en la nada.
Solo encuentro tus palabras esparcidas
una a una las fui recogiendo guardándolas.
Un día fuiste mostrándome su magia,
día a día me obsequiabas con su magia.
yo fui una a una guardándolas en una caja
Y cuando escuchaba fuera los pasos de ella
Yo corría a buscar aquella preciosa caja
lentamente como una caricia la destapaba
Y de allí como de la chistera de un mago,
de esa preciosa caja salías tu con las palabras .
todas ellas por mi cuerpo se extendían
como tus besos , como tus caricias
enérgicamente se iban agarrando a mi cuerpo.
Y su magia me hacia sentir tu calidez
Decidi que aquel seria mi gran tesoro,
mi preciosa caja de tus palabras mágicas..
El frio volvía a mi al ponerle la tapa.

Erika

Ellos las prefieren rubias

Ellos las prefieren rubias. Entró en la sala arrasando. Es altiva y bulliciosa. Y nunca ha sido querida ni respetada.

Ellos las prefieren rubias. Joven casadera con mil pretensiones que no le han hecho justicia. A ella que es fácil quererla, nunca ha tenido suerte en el amor. Ella que también se entristece, se opaca. Ella.

Ellos las prefieren rubias. Ella que excita, que hipnotiza, que narcotiza. Ella, que da luz. Ella que da vida. Ella que se hace la dura. Ella que parece caótica. Ella una representante de la estética de la belleza. Ella que es mundo, que es noche, que es vicio para los se encuentran con ella.

Ellos las prefieren rubias. Espera a su gran amor. Sólo quiere que la quieran. Nada más.

Ellos fuera no la mirarían. Aquí, rozan la belleza por un instante.

Las palabras mienten

El que haya leido, EL Rey Lear, la obra del gran Shakespeare, sabrá que la lección de esa obra es que no confiemos en las palabras, que muchas veces nada tienen que ver con la realidad. El tal Lear desencadena y padece la tragedia por creer en el lenguaje, en lo que dicen sus hijas, cuando nada es cómo se cuenta.

Eso lo vemos en una sala de chat, pero ¿acaso no lo vemos también en nuestras andanzas en la vida cotidiana y real?. Sí, desde el dirigente que proclama su afán de servir al pueblo, o el empresario que confiesa sus desvelos por crear puestos de trabajo, al clérigo pederasta que condena publicamente los actos reprobables ajenos.

Es necesario defenderse de las palabras que nos asaltan en nuestro pequeño mundo que es el chat, al igual que es igualmente necesario defenderse de las que nos asaltan en cualquier rincon de la calle, en los medios de comunicación y, por qué no, en nuestra propia casa.