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Hechicero

Yo, el Hechicero

Me gusta ser Hechicero. Me gusta permanecer inmóvil como espectador de un teatro cuyo escenario es la sala de un chat. Subido en mi pequeño montículo puedo espiar silenciosamente todo. A todos y cada uno de los que deambulan ante mí.

Mira ese que va por ahí, como un vampiro negro; sí, camina tan rápido, y tiene tanto afán de protagonismo que, desde aquí, puedo sentir sus jadeos de buitre cansado. No, él nunca podría llegar a ocupar mi puesto, porque para eso se necesita un ansia tremenda de observar rostros y de amar la quietud. Pero sobre todo de observar.

Nunca me había dado cuenta de cómo se pueden transformar las noches en ese pequeño mundo que es el chat. No me refiero al ir y venir de la gente, que eso es algo evidente. No. Me refiero a algo que está por encima o por debajo, pero que no se ve con los ojos.

Hay noches azuladas propensas a las transacciones de sentimientos, con mujeres que van y vienen de un lado para otro buscando algo que meter en su carro, que es el corazón. Fíjate en esa, la segunda empezando por el final, con su cara maquillada rápidamente y con arrugas en el rostro, que muestra en silencio el cansancio de luchar por un poco de cariño.

Llevo varios días clavando mi mirada en un pobre hombre con aspecto deshilachado y ojos esperanzados y chispeantes, que rebusca tembloroso con la ilusión de llenar un hueco que lo está matando.

Voy a decirle algo, le propondré que se venga conmigo a este lado de la realidad donde todavía llega la claridad de la luna, no mucha, pero la suficiente para poder ver una noche más.

Una joven pasa junto a mí, y, levantando la vista me dice “hola”. Sonríe. Imagino sus cabellos que ondean al viento y, con esta imagen en mi mente, la saludo con un gesto mecánico de teclado. Después se va alejando poco a poco hasta perderse en el fondo de la sala y, es en ese instante, que siento unas tremendas ganas de ir tras ella, de acariciar con mis propias manos el tacto de la realidad.

Qué iluso!. Pensé que podía escapar se ella, pero me va camelando y me tienta con sus manos de maga. Pero, no, yo soy un Hechicero y mi función aquí es ser estatua, de carne y hueso, pero estatua. Lo supe el primer día que entré aquí; el día que decidí alejarme de todo, camuflarme, hacerme invisible, observar, aprender y reírme de la vida como ella lo había hecho de mí. Fue entonces cuando me hice Hechicero.

Y aquí me tienes, en esta sala de chat, viendo pasar inmóvil las horas sin saber qué me va a pasar al cabo de un minuto, soportando el aburrimiento de mis noches, esperando que alguien levante la vista un segundo, como lo haces tú ahora, para decirle un “cómo estás” con mi ya cansada mano. A veces, a dos pasos de fosilizarme y de convertirme en un adorno más de este despistado chat.

2 comentarios

Anna -

Simplemente, Hechicero!!!!
Muaaaassss!!!

YeSs...!!! -

YeSs...!!!:
Em... papaíto, puedo comentarrrr???? jejejejee!!! me ha encantado lo que has escrito, te ha quedao muy bien!!! MUACKISSSSSSSS pa' mi papaíto picioso. Em... ves por qué hechizas????
o// vivaaaaa mi papaítooo!!! jejeejee muackis!!!