Tras la buena suerte

La expectación del sorteo, y el ansia por adivinar la combinación ganadora, lleva a muchas personas a la locura irracional. Muchos, mediante ritos, llegan a las cifras de la suerte. Otros lo hacen mediante el sueño. Hay quien realiza los cálculos más absurdos para llegar a las conjeturas más ridículas. Y también tenemos los que siguen el rastro baboso de un caracol o están abonados al mismo número desde siempre. Son los números bonitos, los feos, los altos, los no tan altos, los bajos, los supersticiosos, los matemáticos, los intuitivos. María, Tomás, Santiago y muchos otros siguen el consejo del célebre bacteriólogo francés Nicolle, que en su día, comparó el azar con una dama a punto de escoger al hombre que será su esposo: El azar sólo favorece a quien sabe cortejarlo.
Y así desde 1763, hemos contribuido a llenar las arcas del Estado.
Suerte ! Y si alguno de vosotros es el afortunado, que no dude en compartirlo con un servidor.
0 comentarios